sábado, 2 de julio de 2011

Gente que grita (Carlos Boyero, EL PAÍS, 2 julio 2011)


Leo a Carlos Boyero todas las semanas, desde hace ya muchos años y me encantan sus columnas. Tengo varias recortadas y pegadas en las agendas que guardo y que un día, o ninguno, quizá tiraré.

Hoy, sin embargo, he leído la columna más tristemente hermosa que le recuerdo, quizá porque habla de gente que quiere.

No puedo evitar transcribir el párrafo (EL PAÍS, 2 de julio de 2011, pág. 53, vida & artes):

Gente que grita

En mis frecuentes y siempre lacerantes visitas a una residencia de ancianos, observando actitudes resignadas o ausentes, apacibles o crispadas, los progresivos y devastadores efectos de la demencia senil y del alzhéimer, anhelando que en los mundos habitados por la locura, el caos de la mente, la confusión de los recuerdos, la imposibilidad de reconocer ni quién eres ni dónde estás, no exista el dolor ni la angustia, observo que en los salones comunes abundan las televisiones permanentemente encendidas y con sonido muy bajo o inaudible. Algunos ancianos ni siquiera fijan la mirada en esas imágenes, otros contemplan la pantalla con gestos que me recuerdan a los bebés, percibo que conciben la televisión como parte indisoluble del mobiliario o como un huésped fijo. En medio de las imposibles conversaciones que intento mantener allí con dos seres amados, en sus incoherentes monólogos y en los escasos y agradecibles silencios, veo de reojo lo que vomitan esas televisiones. Y es asqueroso.

Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/

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