miércoles, 9 de marzo de 2011

"If-", Rudyard Kipling, 1896



De vez en cuando ocurren cosas que no esperas. Ayer, por ejemplo, una conversación de carretera, a 110 kilómetros/hora por imperativo legal provisional (los que sean de España, saben a qué me refiero), se tornó reveladora.

Pedro Ponce de León, el arquitecto autor del proyecto de rehabilitación del alfar del Carmen en Talavera de la Reina (Toledo) mencionó, durante el viaje de vuelta, un poema clásico del que yo no conocía más que 2 versos (http://es.wikipedia.org/wiki/Si..._(Kipling)#El_poema.

Por la tarde lo busqué en google (maravillosa caja de sastre en la que todo está a nuestro alcance) y su lectura fue mágica y reveladora. Como ocurre con esta crisis que nos ayuda, en cierto modo, a conocer y conocernos, verdadera y profundamente:

Si puedes mantener en su lugar tu cabeza cuando todos a tu alrededor,
han perdido la suya y te culpan de ello.
Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti,
pero también dejas lugar a sus dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no te domina el odio.
Y aún así no pareces demasiado bueno o demasiado sabio.

Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes conocer al triunfo y la derrota,
y tratar de la misma manera a esos dos impostores.

Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho,
tergiversada por malhechores para engañar a los necios.
O ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida,
y agacharte para reconstruírlo con herramientas maltrechas.
Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un sólo lanzamiento;
y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones,
para seguir adelante mucho después de haberlos perdido,
y resistir cuando no haya nada en ti

salvo la voluntad que te dice: "Resiste!".

Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, y no distanciarte de los demás.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el inexorable minuto,
con sesenta segundos que valieron la pena recorrer...

Todo lo que hay sobre La Tierra será tuyo,
y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.

En fín, cuando todo está dicho, no hay nada más que añadir.

Luis Cercós (LC-Architects & Cabas y Cercós Arquitectos)
http://www.lc-architects.com/
http://www.2c-architects.com/

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