lunes, 30 de noviembre de 2009

COMPLEMENTOS Y CONTRAPUNTOS TRANSATLÁNTICOS



Não é a ângulo reto que me atrai. Nem a linha reta, dura, inflexível, criada pelo homem. O que me atrai é a curva livre e sensual. A curva que encontro nas montanhas do meu país, no curso sinuoso dos seus rios, nas nuvens do céu, nas ondas do mar, no corpo da mulher preferida. De curvas é feito todo o Universo. O Universo curvo de Einstein.



No es el ángulo recto lo que me atrae. Ni la línea recta. Dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual. La curva fue encontrada en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las nubes del cielo, en el cuerpo de la mujer preferida. Es de curvas que está hecho todo el Universo.


El Universo curvo de Einstein.


Oscar Niemeyer
Hoy (por ayer) hace 2 años que descubrí una América distinta a la generalmente preconcebida por un gallego educado en la gesta colombina, así que toca hablar de eso o de algo parecido, porque lo bueno de escribir un blog de arquitectura es que puedes hablar de todo sin que se note y por lo tanto la gente lo lee y no se altera, aunque lo que lea sea diametralmente opuesto a lo que opina. Los buenos edificios, como los niños, nacen sin pensar o fruto previo de una idea y los arquitectos, igualmente, intentan aprender a relacionar el mundo de las ideas con el de la materia. Y es que no es posible vivir ni hacer arquitectura sin compromiso. La arquitectura se implica en todas las áreas de la vida humana y poco a poco, el arquitecto (o quien aspire serlo) debe ir perfeccionándose en todas ellas: el gobierno, el hogar, la educación, la salud. El ocio, incluso. Por eso la arquitectura, en contra de lo que muchos piensan, no es una ciencia, sino una disciplina teórica e ideológica. No se puede proyectar sin tener una idea del mundo. O al menos una idea sobre el lugar en el que pretendemos asentarnos y, por tanto, construir, ya sea una casa, ya sea una familia, ya sea toda una vida, o al menos el resto que nos queda. Y en eso estamos, debatiéndonos entre vivir aquí o allá, a uno u otro lado del océano, cuando en el fondo se descubre que todo eso da igual. - ¿Unos mates? - Vale - ¿Dulce o amargo? - Como tomes vos Y Benedetti, que gracias a Serrat aquel día estaba por allí, tomó en ese momento la palabra y dijo que “una mujer desnuda y en lo oscuro tiene una claridad que nos alumbra, de modo que si ocurre un desconsuelo, un apagón o una noche sin luna, es conveniente y hasta imprescindible tener a mano una mujer desnuda.” Porque como dijo Oscar Neimayer (Brasil, 1907) en los días previos a cumplir 100 años, recién casado por segunda vez, “la vida es tener una mujer al lado, y que sea lo que Dios quiera”. Luis Cercós (LC-Architects) http://www.lc-architects.com/ NOTA: El dibujo y el texto que ilustra y acompaña a esta entrada es de Oscar Niemeyer.

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